El pasado mes de junio, a la profesora de la UPV/EHU y socia fundadora de GOIENER Olatz Azurza se le presentó la oportunidad de visitar Madagascar para presentar el proyecto de Goiener. Así, el 5 de septiembre el proyecto de Goiener llegó hasta la Universidad de Antananarivo. Allí, qué hacemos y cómo y porqué nació Goiener fueron las cuestiones que más interés suscitaron entre los asistentes.
¿Cómo ha acabado el proyecto de Goiener en Madagascar?
Un grupo de profesores de la Escuela de Ingeniería de Gipuzkoa (UPV/EHU) han participado en el proyecto MADEEHI durante 3 años, concretamente en el ámbito de la energía. Y, para finalizar el proyecto, el grupo de profesores quiso dar a conocer una cooperativa ciudadana de energía renovable como posible objetivo para un futuro.
Pero, ¿qué es MADEEHI?
Es un proyecto de inter-cooperación entre las Universidades de Madagascar y de Europa, que cuenta con el respaldo y la financiación de la Unión Europea. El proyecto ha trabajado temas tales como la energía, el agua, la informática, el hábitat y la antropología entre el 2016 y el 2019, teniendo como objetivo fortalecer las competencias de l@s profesor@s y el equipamiento de los laboratorios. Han sido las Universidades de Toulouse, Lieja y Euskal Herria las que han trabajado codo con codo con docentes de Antananarivo, Toamasina y IST-Tana.
¿Y por qué Goiener?
Teniendo en cuenta que el proyecto de Goiener demuestra cómo tener ciertos conocimientos técnicos y el compromiso de la ciudadanía puede generar cambios en la sociedad, se pensó que podría ser un ejemplo muy positivo para la isla más grande de África. La electrificación universal en Madagascar es todavía un objetivo a alcanzar, ya que el 70% de la población todavía no tiene electricidad y este porcentaje es aún mayor en las zonas agrícolas. Además, el 75% de la electricidad procede exclusivamente del petróleo, mientras que el resto corresponde a las centrales hidroeléctricas. Para conseguir esta electrificación sin esperar a las decisiones que pueda tomar un gobierno corrupto y lleno de carencias, la ciudadanía ya se ha puesto en marcha. Como, por ejemplo, la iniciativa “Café lumière” puesta en marcha por Electriciens Sans Frontieres.
¿Cómo se organizó el viaje y quienes han participado en él?
Afortunadamente un participante en el proyecto MADEEHI le facilitó a Olatz el contacto de la socia de Goiener Ines Castiella, quien por asuntos familiares estaba muy interesada en el proyecto e incluso estaba dispuesta a viajar a Madagascar. Una vez hecho el contacto, Ines y Olatz pasaron el verano preparando el viaje: características del país, cosas a tener en cuenta para poder moverse allá… De este modo, también se dio a conocer la idea de viajar a Madagascar para presentar el proyecto de Goiener en pilotaje, lo que suscitó el interés de más de una. Finalmente, fue la trabajadora de la oficina de Vitoria-Gasteiz Susana Cantero la que se animó a completar el grupo. Aupa neskak!
¿Qué hicisteis en Madagascar?
Además de presentar el proyecto de nuestra cooperativa en la Universidad, e impresionadas por el nivel de pobreza que pudimos ver en la preparación del viaje (la media de edad de la población es de 20 años, la mitad de la población no tiene agua potable de manera accesible, 9 de cada 10 viven sin baño, las enfermedades se propagan rápidamente, malnutrición…), nos pusimos en contacto con varias ONGs que están trabajando en la zona para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la isla y así poder medir las posibilidades de llevar a cabo proyectos de cooperación en un futuro. Finalmente, tuvimos la oportunidad de visitar dos de ellas: una escuela agraria de la ciudad Fianarantsoa gestionada por Agua de Coco y 3 proyectos gestionados por Yamuna en Vontovorona que nos mostró Ruben. Fue verdaderamente enriquecedora la enseñanza que nos llevamos de la gente que estaba trabajando allí, así como la lista de peticiones concretas que nos hicieron.
¿Qué os habéis traído de Madagascar?
Necesariamente la amabilidad y la humildad de todas las personas que allí conocimos, su energía y su sonrisa permanente. Su afición a la cocina, al trabajo y a la tranquilad. La belleza y originalidad de los bosques, animales y montes protegidos. Su amor por la música y la predisposición para la artesanía. Pero, sobre todo, el sueño y la decisión de construir un futuro mejor entre todas y todas.